viernes, 14 de junio de 2013

Modos de enfermar y conceptos de enfermedad/ Miguel Kottow

La antropología médica se ocupa, dentro de sus objetivos, del entendimiento de lo que las diversas culturas reconocen como enfermedad y esto le permite guiarlas en el quehacer terapéutico para subsanar el padecimiento que les aqueja, pues bien, la antropología médica se ocupa de comprender históricamente la aparición, el desarrollo de los rasgos humanos que participan en lo que se entiende por enfermedad, terapéutica y el que hacer sanitario. Este modelo permite a esta ciencia reconocer a la enfermedad a través del enfermo como un ser afectado y no como un huésped de una entidad mórbida. Esto se debe a que los seres humanos enferman como seres vivos y como tal  como seres vivenciales, como un organismo y como un sujeto, luego entonces no es extraño que lo que se entiende como salud y enfermedad sea rechazado si estas no reconoce la presencia del sujeto y sus significaciones.
                La necesidad de minimizar las dolencias y combatir la enfermedad desde sus orígenes, es decir aun cuando esta era considerada un ente de origen mágico religioso, ha existido la terapéutica, que en un principio hacía presencia como una actividad ritual y metafísica, donde se trataba al enfermo como un ser poseído por un proceso mórbido no deseado, el cual debía ser exorcizado, es decir, removido. Esta concepción ontológica ve al cuerpo enfermo como un receptáculo en el cual se aloja la enfermedad. En contra parte surge el concepto fisiológico de enfermar, el cual entendía al cuerpo como “un fino mecanismo funcional” cuyo objetivo era mantener un equilibrio interno, es decir homeostasis. En el entendido que la presencia de un proceso mórbido, una disfunción,  estaba condicionado por un desequilibrio.
                El conocimiento de estos procesos y paradigmas que surgieron  a lo largo del tiempo permite, a la práctica de la medicina actual, su incorporación al discurso médico con el fin de enriquecer y mejorar la dinámica de la consulta desde el punto de vista cultural así como la eficacia de los esfuerzos terapéuticos, el cual se traduce en el apego terapéutico por parte del paciente.


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